La rodilla es la articulación mas grande y mas compleja del cuerpo humano y para entender su funcionamiento es necesario entender la anatomía de la rodilla normal. La rodilla está compuesta por el extremo inferior del fémur, el extremo superior de la tibia y la rótula, los cuales están envueltos en una cápsula articular constituida por un tejido fibroso poco elástico (Figura 1).
Cuatro ligamentos principales unen el fémur con la tibia, el ligamento cruzado anterior, el ligamento cruzado posterior, el ligamento colateral interno y el ligamento colateral externo, que son los que le dan la estabilidad a la rodilla ( Figura 2). Las superficies en los extremos inferior del fémur, superior de la tibia y la cara articular de la rótula están cubiertas por el cartílago articular, que es un tejido cauchoso muy liso que permite el deslizamiento y rotación suave entre los huesos. La cápsula articular está recubierta internamente por la membrana sinovial la cual produce el liquido sinovial, cuya función es lubricar el cartílago para facilitar el movimiento.
El músculo cuádriceps , la rótula y el tendón patelar están en continuidad y constituyen el aparato o mecanismo extensor de la rodilla. El tendón del músculo cuádriceps para efectos didácticos termina en el polo superior de la rótula y el tendón patelar nace en el polo inferior de la rótula y termina en el extremo superior de la tibia en un prominencia ósea llamada Tuberosidad anterior de la tibia (Figura 3). Al contraerse el musculo cuádriceps se acorta y realiza la extensión activa de la rodilla (rectificación de la rodilla) a través tendón patelar. La rótula actúa como una polea para mejorar el ángulo de incidencia del tendón patelar en la tibia y mejorar la eficiencia de la contracción del músculo. Sin embargo, esto se traduce también en la transmisión de fuerzas compresivas y cizallantes entre la rótula y la porción anterior del fémur (tróclea femoral) la cuales son soportadas por el cartílago articular tanto de la rótula como de la tróclea femoral (Figuras 4).
La contracción activa del cuádriceps es fundamental para evitar que la rodilla se nos doble al estar de pie, caminando, subiendo o bajando una escalera o realizando actividad deportiva. Por lo tanto hay constantemente transmisión de cargas compresivas y cizallantes a el cartílago patelar y el cartílago de la tróclea femoral.
La superficie articular de la rótula tiene dos vertientes o facetas, una interna y otra externa, que normalmente encajan el la porción anterior del cartílago del fémur o surco troclear al doblar (flexionar) la rodilla, de forma que, las cargas se reparten en ambos lados del cartílago patelar y del surco troclear ( Figura 5). Sin embargo, las zonas de contacto o de carga del cartílago de la rótula y el de la tróclea femoral van cambiando a medida que la rodilla se dobla.
La rótula encaja en el surco troclear por su morfología pero también por que existen unos estabilizadores adicionales que son el ligamento patelo-femoral interno, el musculo vasto medial y el retinaculo lateral. El ligamento patelo–femoral medial (Figura 6 ) es un restrictor del desplazamiento hacia afuera de la rótula durante los primeros grados de la flexión y puede lesionarse y elongarse con los episodios de luxación patelar (desacople patelar). El músculo vasto interno es un restrictor dinámico del desplazamiento hacia fuera de la rótula y su debilidad favorece el mal centramiento de la rótula.